sábado, 4 de noviembre de 2017

El legado de la Piedra de Cristal (sesión 4)

Hengar, el bárbaro

Por fin pudimos retomar la aventura tras los normales retrasos debidos al inevitable inicio de las enfermedades víricas en colegios y guarderías.

La sesión anterior anda por aqui.

Jugar esta aventura en sesiones poco frecuentes de en torno a las tres horas de duración está haciendo que el avance de la historia se ralentice bastante. Normalmente ya estarían en nivel 3 tras cuatro sesiones. Por ello, probablemente no la juguemos en toda su extensión. Tocará podar la aventura intentando mantener la sustancia de la historia, los momentos más emocionantes y escenas más potentes. Creo que hay partes de las que se puede prescindir.

Otro tema es que para llevar a los personajes al límite con escenas y desafíos más emocionantes,  lo que veo mas recomendable en estos niveles iniciales, es ir minando los recursos del grupo poco a poco puesto que si directamente se enfrentan a un encuentro demasiado difícil se puede encontrar uno con un total party kill indeseado. Más difícil de gestionar cuando los personajes están en una zona remota sin posibilidad de echar mano de aventureros de reemplazo sin saltarse una mínima coherencia en la historia. Eso si, minar los recursos de los personajes poco a poco, exige de cierto tiempo y numero de encuentros, trampas o desafíos.

En D&D 5e y al principio del día, un grupo de aventureros de nivel bajo, está con sus recursos casi a tope, por lo que en esos primeros encuentros es complicado que se produzcan bajas y el encuentro resulte desafiante.


Sin más el resumen de la sesión lleno de spoilers:

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Tras el éxito en Bryn Shander salvando a la ciudad de las maquinaciones de Vaelish Gant y sus secuaces: los piratas de Luskan, por fin podían abandonar la ciudad y cumplir la promesa de ayudar a Hengar, el bárbaro de la Tribu del Alce en su misión. La tundra les esperaba, implacable, al norte.

Antes de iniciar el viaje, algunos de esos piratas de Luskan que aun no habían abandonado la ciudad, hombres-rata algunos, se acercaron al hechicero Terion, afectado por la maldición de la licantropía ofreciéndole unirse a ellos y ayudarle en su "renacer". El hechicero no quiso ni acercarse ni saber nada de ello.

El viaje por la tundra fue mucho más duro de lo esperado. El invierno más duro y crudo había adelantado su llegada de manera sobrenatural y tan solo el bárbaro soportaba difícilmente sus embestidas. Con esa situación, toda su Tribu estaba en peligro sin alimento y expuestos a esas temperaturas sin un refugio a cubierto.
Se cruzaron con manadas de Alces y otros animales salvajes que huían del Norte al que ahora pugnaban a llegar.

Descubrieron que el mismo grupo de piratas de Luskan les seguía desde la distancia con intenciones desconocidas. Quizás veían en Terion, el hechicero, a un posible y poderoso aliado o líder, una vez que se completase la transformación en hombre rata. Quedaban pocos días para la próxima luna llena.

Al llegar al campamento de los bárbaros descubrieron con horror que la Tribu del Oso había atacado. Cuando algunos de sus guerreros estaban en una expedición de caza habían llegado y arrasado el lugar, secuestrando a muchos hombres y mujeres. Al parecer los llevaban a Siempre Fundido, unas cuevas termales en el glacial Reghed, al norte.

Los bárbaros  pidieron su ayuda a los héroes en una expedición de rescate hasta el glacial. Pese a la influencia de la joya de hielo negro que portaba Terion y enturbiaba su juicio y les hacía sentirse más egoístas y avariciosos, aceptaron ayudar a liberar a los cautivos.

Antes de partir decidieron liberarse de sus perseguidores. Al anochecer marcharon  hasta el campamento de los luskanitas. Se habían cobijado en una colina  y sus vigías les vieron acercarse. Se  desencadenó un rápido combate en la oscuridad. 
Acabaron con la oposición pero pagaron un caro peaje; Bruenor, el clérigo enano fue mordido por uno de los hombres rata y la infección se propagaba rápidamente.

Durante la noche arrebataron a Terion la joya de hielo negro, pero tras una discusión, el colgante acabó en manos de Lorch, el explorador gnomo. Algo emponzoñaba la mente de los héroes y les hacía desear con fuerza la posesión del objeto.

Al día siguiente, al alba partieron hacia el glacial junto con una partida de seis norteños de la Tribu del Alce. Hengar y su gúia explorador Folnor, entre ellos.
Folnor les contó como había tenido un encuentro con la bruja del Hielo hacía unos días cuando sus yetis y bestias atacaron su partida de caza.  Les juró que había abatido a la Bruja con un certero disparo de flecha en el centro de su corazón pero que al ir a buscar su cadáver, este se había desvanecido.

Unas horas después, la bruja del hielo, que tenía ojos en todas partes,  lanzó una sobrenatural tormenta contra los héroes que afectó a las fuerzas de los esforzados viajeros.

Al llegar al glacial vieron el campamento de la Tribu del Oso en lo alto. Consiguieron sorprender furtivamente a los vigías y acceder al nivel de las tiendas de los bárbaros.
Allí fue donde un gran guerrero bárbaro desafió al más poderoso de los aventureros en combate singular. Se encaró con Caelyn, la semilefa, pero el resto, poco honrosamente, también le atacaron a la vez
El gigante, en furia berseker, casi tumbó a la guerrera con su gigantesca hacha. Pero fue finalmente abatido por el ataque conjunto del grupo.

El resto de aliados de la Tribu del Alce se les unió. Habían accedido al campamento por otra vía abriendose paso frente a los defensores del lugar.
Donde se encontraban había un gran lago y una cueva que se internaba en las profundidades del glacial en uno de los extremos.
Los cautivos de la Tribu del Alce, no estaban allí, tan solo, junto a la entrada de la cueva,  había un montón de ropas, como si les hubieran obligado a desvestirse antes de internarse en la helada gruta.

Allá abajo les esperaba lo desconocido, pero solo quedaba avanzar y enfrentarse a lo que se les pusiera delante para salvar a los norteños del peligro que amenazaba la supervivencia de toda su Tribu.
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En conclusión, una sesión muy divertida. Pese a mis reticencias iniciales al ser una parte de la historia en que el desarrollo de la misma transcurre de un modo más encarrilado, todos lo pasamos genial.

Uno de los méritos de la sesión fue el diferente tipo de escenas que tuvieron lugar. Hubo roleo en escenas con los hombres-rata o los bárbaros. En el segundo caso, en la escena intentaron conseguir ayuda de los bárbaros para atacar el campamento de los luskanitas. Al final fue una tirada exitosa de la habilidad adecuada la que consiguió un par de hombres de refuerzo aunque inicialmente los bárbaros querían descansar para el viaje hasta el glacial.

Otro tipo de escena fue el enfrentamiento contra los elementos; el tiempo atmosférico y la tormenta sobrenatural convocada por la Bruja del Hielo. Las reglas de exhaustion (no se si se habrá traducido como agotamiento en la reciente edición española) son una manera sencilla que no simplista, de controlar ese tipo de efectos variados de una manera intuitiva.

Respecto a los combates, los dos encuentros; contra los luskanitas y frente a los bárbaros de la Tribu del Oso tuvieron aspectos como la posición elevada de los defensores, la presencia de la oscuridad y la noche o los elementos de cobertura y defensa como alicientes al siempre divertido combate táctico, aunque en el segundo combate, por el número de defensores, no vi necesario el uso del tablero táctico.

Lo dicho, muy divertido, el efecto del hielo negro en el grupo crea suspicacias e incertidumbre, incluso se produjo la lucha en el grupo para quedarse con el objeto que ahora está en manos del jugador que lleva a  Lorch, el gnomo explorador.
Lo impredecible de la cercana luna llena, con dos miembros del grupo infectados, también añade mucha emoción a las próximas sesiones.

La próxima sesión promete bastante, con el acceso de los héroes a las profundidades del glacial en busca de los cautivos y lo desconocido.











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